De la crisis a la cooperación: El agua como piedra angular de la resiliencia mundial
S.E. Dña. Laura Chinchilla Miranda, miembro del Consejo de Liderazgo Global de SWA y ex Presidenta de Costa Rica, pronunció el discurso plenario en la Séptima Sesión Temática Especial sobre Agua y Desastres, Sede de las Naciones Unidas, Nueva York, 8 de julio de 2025. Esta es una versión adaptada de dicho discurso.
Laura Chinchilla en la Séptima Sesión Temática Especial de la ONU sobre Agua y Catástrofes. Foto ONU / Eskinder Debebe.
Nos encontramos en un punto de inflexión crítico. En todo el mundo se intensifican las catástrofes naturales, desde inundaciones a sequías. Los servicios básicos se tambalean. Las desigualdades aumentan, y en el centro de estas crisis superpuestas se encuentra una fuerza singular e indispensable: el agua.
El agua sustenta la vida, impulsa las economías y construye la paz. Pero cuando se descuida o se convierte en un arma, también puede ser fuente de sufrimiento y división.
Lo estamos viendo a un ritmo alarmante en regiones donde las infraestructuras de agua y saneamiento son blanco de ataques deliberados, lo que no sólo viola el derecho internacional humanitario, sino que amenaza los cimientos mismos de la dignidad humana.
El acceso al agua no debe utilizarse nunca, bajo ninguna circunstancia, como arma de guerra.
Cuando sobreviene una catástrofe, revela nuestras vulnerabilidades, pero también ofrece oportunidades para forjar la confianza, la colaboración y la resiliencia.
Pero esa colaboración no es automática. Debe diseñarse y defenderse mediante la diplomacia, un sólido intercambio de información, la puesta en común de recursos y mecanismos que perduren mucho después de que las aguas se retiren.
Esto es especialmente cierto en el caso de los países más expuestos a los riesgos relacionados con el clima.
Financiación del agua como bien público mundial
Como subrayó recientemente el Club de Madrid, un grupo de antiguos Jefes de Estado, en la Conferencia de Sevilla sobre Financiación para el Desarrollo, no podemos esperar que estos países actúen con audacia en materia de agua, saneamiento y clima si están paralizados por una deuda insostenible. La financiación del agua como bien público mundial -como la sanidad o la educación- no sólo es JUSTA, sino también ESENCIAL.
El llamamiento de Sevilla es claro: renovar el multilateralismo, coordinar el alivio de la deuda y movilizar recursos para proteger los derechos y fomentar la paz. No se trata de aspiraciones abstractas. Son fundamentales para el trabajo que hacemos aquí y, en ese contexto, hago un llamamiento al liderazgo de los Jefes de Estado actuales y anteriores.
De hecho, me enorgullece destacar los progresos que estamos realizando a través de las Iniciativas de los Jefes de Estado en el marco de la alianza Saneamiento y Agua para Todos. Como miembro del Consejo de Liderazgo Mundial de SWA, tengo el privilegio de trabajar junto a otros líderes profundamente comprometidos con elevar el agua y el saneamiento a los niveles más altos de la toma de decisiones nacionales.
Esta creciente coalición -que cuenta ya con más de 18 países-, apoyada por SWA, UNICEF, los Gobiernos del Reino Unido y los Países Bajos, IRC WASH y WaterAid, defiende los Pactos Presidenciales y de Primeros Ministros que consagran el agua y el saneamiento como derechos humanos y prioridades nacionales.
Estos pactos ya están dando resultados: desde aumentos presupuestarios en Sudán del Sur hasta dar prioridad a la resiliencia climática en Nepal. Son un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando la solidaridad mundial se une a la acción nacional.
Impulso en Madrid
Y el próximo mes de octubre seguiremos aprovechando este impulso en Madrid, en la Reunión de Ministros del Sector 2025. Organizado por el Gobierno de España y convocado conjuntamente por SWA y UNICEF, este evento pondrá de relieve no solo lo que hemos logrado, sino también cómo podemos seguir avanzando juntos.
La reunión ministerial de Madrid constituirá un foro fundamental para que los ministros y las partes interesadas de todas las regiones aborden las crecientes amenazas que plantean el cambio climático, la inseguridad hídrica y la fragmentación de los servicios.
Se centrará no solo en compartir experiencias, sino también en catalizar reformas sistémicas para garantizar estrategias de agua y saneamiento resilientes e integradas en el clima. Los ministros entablarán diálogos específicos para forjar acciones prácticas y coordinadas, alineando planes nacionales como los Planes Nacionales de Adaptación y las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional con el sector del agua.
En esta reunión también se lanzará el Pacto de los Líderes de Alto Nivel sobre Seguridad Hídrica y Resiliencia, una poderosa declaración para elevar el agua y el saneamiento dentro de los marcos del clima, el desarrollo y la financiación, respaldada por el tipo de liderazgo e innovación que el mundo necesita urgentemente. Este Pacto se concibe como un llamamiento a la promoción y la acción para reforzar los esfuerzos preparatorios con los Estados miembros para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2026.
Anclar nuestro trabajo en el futuro
Al reunirnos aquí, sabiendo que los resultados de esta sesión alimentarán directamente el Proceso de Dushanbe e informarán las Conferencias de la ONU sobre el Agua de 2026 y 2028, debemos anclar nuestro trabajo en tres principios rectores. Y hagámoslo sabiendo que la Reunión de Ministros del Sector de 2025 servirá de puente entre nuestras deliberaciones de hoy y la audaz acción necesaria mañana.
El primer principio rector, la colaboración anticipatoria: Debemos pasar de la reacción a la prevención. Los sistemas de alerta temprana, los datos compartidos y la planificación conjunta salvan vidas y protegen a las comunidades. Aquí es donde la cooperación regional e internacional puede ser más transformadora.
El segundo principio rector, los derechos universales: Debemos defender el acceso al agua potable y al saneamiento como derechos humanos fundamentales, incluso en tiempos de crisis. Al igual que los derechos a la salud y a la alimentación, estos derechos exigen que los servicios sean accesibles, asequibles, aceptables y seguros tanto en calidad como en prestación. Requieren una realización progresiva por parte de todos los Estados, dentro de sus posibilidades, y deben ser prioritarios en todos los contextos humanitarios y de desarrollo. Proteger las infraestructuras hídricas críticas según las normas internacionales y garantizar que todas las comunidades, especialmente las más marginadas, tengan prioridad en la planificación y la inversión. De hecho, cuando reconocemos y defendemos estos derechos incluso en contextos frágiles y políticamente delicados, transformamos el agua de un posible punto álgido en una piedra angular de la paz.
Por último, el tercer principio rector, la transparencia y la responsabilidad mutua: Debemos movilizar y hacer un seguimiento de la financiación para el agua y la reducción del riesgo de catástrofes con rigor y apertura. Fomentar compromisos con plazos concretos por parte de los gobiernos y las partes interesadas y establecer mecanismos de revisión por pares para "nombrar y nombrar" los avances, aprendiendo continuamente unos de otros. La RMS de 2025 será una plataforma única para defender esta responsabilidad mutua, ofreciendo a los ministros un espacio para el diálogo abierto bajo las normas de Chatham House, y una oportunidad para alinear las estrategias nacionales con los marcos globales.
Lo que está en juego no podría ser mayor, y ha llegado la hora del coraje y la claridad. No podemos construir sistemas hídricos resistentes mientras los países vulnerables están atrapados en la deuda. No podemos prometer el acceso universal sin invertir en los sistemas que lo proporcionan. Y no podemos permitirnos tratar el agua como algo menos que una prioridad mundial, interrelacionada con el clima, la paz y la justicia.
En este periodo crítico previo a 2030, dejemos que el día de hoy sea el catalizador que convierta la ambición en acción.
Que nuestras resoluciones resuenen en las capitales y en todas las cuencas. Y recordemos que el agua no nos divide, sino que revela nuestra interdependencia.